Entrevista abierta

Con el fin de responder a consultas habituales que suelen realizar lectores, periodistas o estudiosos, se reúne a continuación una selección de preguntas y respuestas de entrevistas dadas en los años recientes a distintos medios (Magazine Literario De lectura Obligada, Natura Hoy, En la floresta, Reserva Natural de RNE, Revista Magazine Mar Australis, de Chubut).
La idea es que esta sección sea una entrevista abierta, a la que ir incorporando nuevas preguntas que cualquier persona tenga interés en hacer y que no estén ya respondidas en las preguntas que aparecen aquí. Puedes enviar tu pregunta o preguntas para esta sección a web@victorjhernandez.com

1 – ¿Qué cualidades debe reunir un naturalista y traductor del lenguaje de la Naturaleza?
Creo que descubrirlo es un proceso que me llevará toda la vida, un camino emocionante por el que avanzar, asumiendo que uno será siempre un aprendiz. Pero puede ya decirse que la principal cualidad del naturalista es la curiosidad por todo cuanto le rodea y cómo esto se interrelaciona, de ahí que la observación de los seres vivos y su ambiente, incluyéndonos a nosotros mismos, sea también punto de partida del pensamiento crítico. Si además la curiosidad forma equipo con la constancia, la paciencia y la voluntad, cuenta uno con una poderosa herramienta de conocimiento, que le facilitará muchas respuestas sobre el funcionamiento del mundo y sobre sí mismo; aunque también, o sobre todo, nuevas preguntas. En cuanto a traductor del lenguaje de la Naturaleza al de los seres humanos, es una vocación cuya realización ya me encantaría llegar siquiera a rozar y que parte del deseo de que haya realmente un encuentro, o mejor dicho, un reencuentro entre ambos. Sin duda, nunca la distancia entre la Naturaleza y los seres humanos ha sido tanta como hoy día. Estamos olvidando de dónde venimos, el mundo real al que pertenecemos y, sumidos cada vez más en una irrealidad paralela, virtual, apenas nos damos cuenta de que ese distanciamiento trae consecuencias: desde perdernos el maravilloso espectáculo cotidiano de la vida a padecer carencias de necesidades psíquicas y emocionales que sólo encontrarán estímulo en nuestro hábitat natural, pasando por no desarrollar plenamente capacidades con que la evolución nos dotó para estar en contacto con la Naturaleza, o desconocer la repercusión de nuestras acciones y decisiones en el deterioro ambiental, quedando así a merced de quienes toman decisiones sobre la explotación de los recursos naturales sin importarles las consecuencias para nuestro futuro.

2 – Qué cree que pasa en España, ¿que la gente corre más rápido que el conocimiento o es que no generamos divulgación de calidad?
Creo que, como en tantos otros aspectos de nuestra sociedad, pesa mucho la carga de tantos años y fuerzas destinados a sumirnos en la superstición y el miedo, ese retorno e inmersión en la edad media en pleno siglo XX (que ahora algunos gobernantes quisieran reeditar en parte) en clara oposición y persecución de la cultura, el conocimiento, la ciencia, la investigación, el pensamiento libre y la posibilidad de tomar libremente nuestras propias decisiones. Todo eso, que es causa de un retraso de más de medio siglo en tantos aspectos del país, también afecta a nuestro interés por lo cultural, por cultivar nuestro conocimiento, incluyendo, claro está, los temas de Naturaleza y ambientales. Sigue habiendo un halo de “mal visto” en torno a cultivarse, a aprender, a leer incluso (“la letra con sangre entra”), a ocuparse en algo más que no sea ganar dinero o la pura diversión. No deja de sorprender lo poco que se lee en este país, y lo excepcional que es la lectura de algo que no sean novelas. Es decir, que no es que corra más rápido la gente que el conocimiento, o viceversa: es que van por caminos distintos ¿Lograremos que alguna vez se encuentren? Algunos estamos empeñados en ello.
En cuanto a la divulgación ambiental que aquí se genera… Creo que, salvo contadísimas excepciones, tenemos el “síndrome del documental de ñúes y cebras de la 2″: treinta años repitiendo lo mismo, diciendo lo mismo, de las misma manera, sobre las mismas especies o los mismos temas, con los mismos medios, formatos y estructuras, haciendo referencia una y otra vez a las mismas imágenes instaladas en el imaginario colectivo treinta y pico años atrás, con olor a enésimo refrito de las mismas fuentes, como si ya estuviera todo dicho, como si sólo existiera una misma forma de decirlo o de aproximarse, como si no se hubiese descubierto nada nuevo sobre esas especies o esos ecosistemas, en una monótona y aburridísima rueda que creo que acabó por herir de muerte el interés por estos temas, de paralizarse a sí misma. ¿Para qué escuchar, ver o leer de nuevo, una y otra vez lo mismo? Y comenzaron a cerrarse revistas, a limitarse la producción editorial autóctona (centrándose, sobre todo, en traducciones de fuera o en replicar esos mismos modelos) a dejar de producirse, por estos motivos pero también por el propio desinterés de los responsables de los distintos medios, documentales o programas de Naturaleza punteros y con recursos suficientes. También creo que es una lástima que en alguna derivación de las producciones de Naturaleza se hayan divorciado las imágenes, sean fotos o ilustraciones, de los contenidos escritos. Sí, tanto las fotos como las ilustraciones tienen su propia entidad artística y pueden componer magníficos libros o revistas de arte, que a mí, por supuesto, me encantan; pero son eso, obras de arte, pues en cuanto a capacidad divulgativa ―que no dudo que la tengan― para mí está limitada hasta cierto punto, no llegando a la fortaleza que ofrece la combinación de textos e imágenes, especialmente cuando los textos, en tantos casos, son simple relleno. Pero son cosas distintas, claro. Buenos textos con buenas imágenes se potencian mutuamente, multiplicando su capacidad evocadora, emocional, formativa, informativa y, en fin, didáctica y divulgativa. Tengo claro que son valiosas en sí mismas, obras perfectamente autónomas, pero, por deformación profesional, realmente llega a dolerme ver magníficas fotos o ilustraciones huérfanas, sin más contenido que lo que en ellas hay reflejado, cuando podrían aportar tanto en el contexto (y con el texto) adecuado.

3 – ¿De dónde viene su pasión por las aves, por los animales?
A mí, como al resto de personas, la fascinación por la vida, y por los animales en particular, nos viene, como quien dice, “de fábrica”. Como explica a la perfección Ed Wilson en su teoría conocida como Biofilia, tenemos esta atracción hacia lo vivo grabada evolutivamente en nuestra herencia genética porque nos iba la vida en ello, en tener la capacidad de detectar, clasificar, seguir, observar y comprender en lo posible su comportamiento al resto de especies con las que interaccionamos, con unas como alimento, con otras como competidoras o depredadoras nuestras. Por ello, no hay niño pequeño que no se sienta fascinado por cualquier animalillo; luego vienen o no las posibilidades de profundizar en esa fascinación por poder estar en contacto con la fuente de nuestra atracción o por la educación, que demasiadas veces, convertida en “domesticación”, trata de eliminar ese interés, de evitar que tengamos “la cabeza llena de pájaros”, de impedirnos pasar el tiempo “mirando las musarañas”, de hacernos creer que detenerse a contemplar una mariposa o una flor no es cosa de adultos, de seres supuestamente responsables, cuando, en realidad, ahí podemos encontrar algunas de las mayores certezas. Afortunadamente, a mí, lejos de lograr “domesticarme” me dejaron tener una infancia libre de pueblo, de todo el día ―salvo las horas de escuela, claro― buscando ranas, saltamontes, culebras o búhos… A los siete años comencé a poner algunos de mis hallazgos por escrito en un primer cuaderno de campo… Y hasta hoy, en que las ranas de la infancia se transformaron en los yacarés del Amazonas o los cocodrilos del Zambeze, pero sin perder un ápice del asombro hacia aquellas.

4 – ¿Qué recuerdos tiene de su infancia, influyó en algo en su actual forma de vida?
Tuve la infancia corriente de un niño de pueblo, con mucho tiempo libre y la Naturaleza rodeándonos. A trescientos metros de casa comenzaba la montaña por un lado, por el otro discurría uno de esos cauces intermitentes mediterráneos conocidos como ramblas, que van cargados de agua en época de lluvias y secos la mayor parte del año, pero todo el tiempo un vergel de pequeña fauna y vegetación nativa. También los campos de naranjos con su red de balsas y acequias paraíso de ranas, sapos, culebras y libélulas. En ese escenario y su entorno quizá fuimos de las últimas generaciones con una infancia todavía en cierto modo “paleolítica”: pasábamos todo el tiempo en el monte o en el río, construíamos nuestras “casetas” con ramas, piedras y maderas, tanto en el suelo como en lo alto de los árboles; fabricábamos a mano arcos, flechas, hondas, lanzas y juguetes y herramientas de todo tipo, como los utensilios para poder capturar con vida ranas, renacuajos o saltamontes; aprendíamos a encender hogueras y antorchas rudimentarias; emprendíamos lo que para nosotros eran auténticas expediciones, sin ningún tipo de medio más que lo puesto y el bocadillo de la merienda y a veces una cantimplora, en busca del nido del halcón o del búho, a la captura de ranas, escorpiones y lagartijas, subiendo a las cumbres que rodean el valle o adentrándonos en cuevas y viejas trincheras, muchas veces sin saber que andábamos en ocasiones sobre restos de yacimientos íberos, romanos o árabes. Aprendíamos también qué hierbas y frutos nativos eran comestibles, y cada año, como buenos recolectores, acudíamos a disfrutar de ellos como de golosinas naturales. También dónde estaban los antiguos aljibes de origen árabe donde podíamos encontrar agua para beber en el monte, o los pequeños agujeros en las rocas donde quedaba almacenada el agua de lluvia donde bebíamos o aguardábamos para descubrir sorprendidos la gran cantidad de fauna que los aprovecha… Los adultos prácticamente no se enteraban de nada de todo aquello: “venimos de jugar”, les decíamos. Y simplemente nos reñían por nuestro eterno llegar tarde…
Más tarde, con la popularización de la “era tecnológica”, los niños quedaron encerrados en sus casas, atrapados por los videojuegos, el ordenador personal, el televisor o el miedo de sus padres al mundo exterior, encerrados en un mundo virtual desde el que demasiadas veces sólo alcanzan a entrever pequeñas porciones de la Naturaleza. Eso ya les venía pasando, salvo excepciones como las vacaciones, a muchos niños de ciudad.
Sin duda, todas esas vivencias de la infancia fueron fundamentales para elegir mi camino futuro, siempre al lado de la Naturaleza, viviéndola, estudiándola, divulgándola y defendiéndola.

5 – ¿Cual fue tu primera cámara fotográfica?
Lo de mi primera cámara no es importante. Prácticamente no les doy uso. Eso los fotógrafos, pues yo sólo circunstancialmente lo soy. Para mí el instrumento esencial han sido los prismáticos o binoculares. Los primeros los conseguí con unos siete años, gracias a la ayuda de mis hermanas, de una revista de venta por correo. Eran unos prismáticos de sólo seis aumentos, digamos que de unos teóricos seis aumentos. Probablemente se veía mejor y más cerca a simple vista que mirando a través de ellos. Pero había algo mágico en esa imagen amarillenta del mundo que aparecía a través de sus lentes. Y con ellos pude profundizar en la ornitología, en el reconocimiento de las aves en el campo, teniendo siempre la precaución de “descontar” ese tinte amarillo de más que proporcionaban a los plumajes…

6 – Las selvas, ríos, montañas, costas y desiertos de varios continentes han formado parte de su vida como naturalista. Se define también como viajero incansable, pero ¿qué lugar es el que más posibilidades le ha ofrecido de realizar sus trabajos?
De viajar y conocer tantos lugares aprendí que las diferencias entre mundos naturales y humanos apenas lo son en la apariencia. Que tras la diversidad de los paisajes, las comunidades o las culturas subyacen unos procesos, sistemas y fines elementales compartidos. De modo que pocas sentencias más ciertas que aquella de “conoce tu aldea y conocerás el mundo”. De hecho, mi aprendizaje inicial como naturalista se produjo en el triángulo formado en torno a mi localidad natal por la Sierra de Espadán, el Marjal de Almenara, sumando también la inmediata costa mediterránea y, algo más alejado, el altiplano y Sierra de Barracas-El Toro, además de en el propio pueblo y proximidades. Esos son los lugares que, por tenerlos tan a mano y durante tanto tiempo, me han ofrecido más posibilidades de aprender. Por eso, cuando alguien me dice que no se anima a introducirse en la observación o el estudio de la Naturaleza porque los grandes parques o espacios naturales le quedan lejos, procuro descubrirle que tiene todo un mundo por explorar en el parque urbano, en los alrededores de su población o incluso sobre los tejados. De hecho, las cacerías nocturnas de los grandes predadores de la sabana africana se reproducen cada noche a escala diminuta, pero hasta más intensa, entre los invertebrados de la hojarasca del jardín.

7 – Su blog ‘Diario de un naturalista’ fue galardonado con el Premio Red Life, una iniciativa que busca distinguir a las diez personas y organizaciones que más contribuyan a la conservación de la Naturaleza. ¿Qué ha supuesto para usted este reconocimiento? ¿Por qué tuvo la necesidad de crear este espacio?
Este premio, junto con el Reconocimiento Ones Mediterránia a la Difusión y Sensibilización que me han concedido este año por la labor de divulgación desarrollada desde el blog y también por las publicaciones, han supuesto en primer lugar una sorpresa, pues parten de propuestas y decisiones de los jurados sin que yo hubiese presentado candidatura alguna. En segundo lugar han supuesto la toma de conciencia de que el blog estaba teniendo más repercusión de lo que yo creía. Para mí era y es una forma de compartir, de expresar algunas reflexiones, de contar algunas vivencias sencillas de mi contacto cotidiano con la Naturaleza, de ofrecer propuestas y recomendaciones para la observación y disfrute de la Naturaleza, de informar de actividades y nuevos proyectos al creciente número de personas que me escribían a partir de haber conocido alguna de mis publicaciones. Pero pensaba que las cifras de visitas eran las de cualquier blog personal, no me había detenido a mirar eso, y de pronto me dicen que se trata de uno de los blogs de Naturaleza y medio ambiente “más visitados e influyentes”. Sin duda los premios dan muchos ánimos para seguir adelante, pero, sobre todo, el estímulo esencial para continuar compartiendo es saber que a tantas personas les está siendo de utilidad.

8 – Con anterioridad comenzó publicando cuadernos y folletos de temática muy variada ―zoología, botánica y medio ambiente― a través de GECEN, Grupo para el Estudio y Conservación de los Espacios Naturales. ¿Decidió inclinarse más por la ornitología a partir de estos trabajos o siempre ha sido muy pajarero?
Al principio siempre estuvieron los “bichos”, los animales en general con las aves incluidas y en lugar destacado. Luego, ante la evidencia de que había que mojarse y hacer algo, de que la Naturaleza era demasiado importante como para dejarla exclusivamente en manos de políticos y administraciones, vinieron la participación y fundación de organizaciones de estudio y defensa de la Naturaleza, y con ellas las campañas divulgativas y de sensibilización, donde folletos, boletines y carteles eran herramientas fundamentales. Es decir, que en realidad fue después, tras la primera etapa más zoológica (deslumbrado por insectos, aves y mamíferos primero), cuando amplié mis campos de interés. Por cierto, el término “pajarero”, aplicado al observador de aves a partir de la traducción del inglés “birder“, al principio, como a tantos otros observadores de aves veteranos, no me hacía mucha gracia. Porque pajarero siempre fue en nuestra cultura el cazador de pájaros, el silvestrista que los enjaula para adorno o concursos de canto, o el que los captura para consumo. Así está aún en el diccionario de la RAE: “persona que se dedica a la caza, cría o venta de aves”. Sin embargo, que se haya extendido tanto el uso de la palabra aplicado al observador de aves, sobre todo entre los jóvenes que empiezan, hasta desaparecer toda connotación referente a depredador de aves, creo que es muy buena noticia. Porque indica un cambio de conciencia generalizado muy importante.

9 – Algunas aves ibéricas no habrán sido percibidas por su retina. ¿Qué ave le gustaría observar in situ?
Aves realmente ibéricas, nacidas aquí, ya vi todas las especies que nos quedan. Sí me falta alguna escasa pero que se puede observar regularmente en la península aunque provenga de tierras lejanas como el norte de Europa; ese es el caso, por ejemplo, del fulmar boreal. Pero todavía me queda mucho por observar incluso en las aves más comunes y abundantes: conductas, técnicas defensivas o de alimentación o de vuelo, despliegues nupciales, voces y comunicación visual, uso del espacio, subespecies y otras variantes, poblaciones en distintos ambientes, etc. y más etc.

10 – Sin duda alguna, creemos que su mayor recompensa profesional llega de la mano de Tundra Ediciones, una editorial de Naturaleza con poco presupuesto pero de alta calidad. ¿Cuál es el origen de la colección Cuadernos de Naturaleza Tundra?
Cuando hace pocos años nos mudamos al pueblecito de 600 habitantes en el que vivimos ahora, un niño de doce años me solía preguntar por los animales, y por las rapaces en particular. Me decía que algún día iría a verlas a los lugares remotos donde vivían, así que le conté que las tenía mucho más cerca, en el propio pueblo y sus alrededores. Que había cernícalos, mochuelos y lechuzas criando en algunos edificios, que las águilas calzadas llegaban a cazar en los tejados, que los ratoneros también eran frecuentes en invierno y que muchas otras especies nos sobrevolaban como parte de su territorio o bien durante las migraciones. Pero claro, le hacía falta un apoyo documental para comenzar a identificar especies y conocerlas un poco más. Los libros y las guías existentes eran demasiado técnicos o complejos, y muy caros si finalmente, aunque yo se los dejara, quisiera adquirir alguno. Así que me puse manos a la obra y en pocas semanas le regalé al chiquillo los dos primeros títulos de esta colección: Rapaces diurnas y Rapaces nocturnas. Sencillos, claros y asequibles. Y luego vinieron más.

11 – Rapaces nocturnas. Introducción a las especies ibéricas, Huellas de animales. Introducción a las especies ibéricas, Setas y hongos. Introducción a las especies ibéricas o Aves acuáticas. Introducción a las especies ibéricas son algunos títulos de la anterior colección citada. ¿Dónde cree que radica el éxito de Cuadernos de Naturaleza Tundra con más de 30.000 ejemplares vendidos?
Creo que en su sencillez, porque están escritos para todos los públicos y edades, y porque cada título condensa en un formato muy fácil de usar en el campo la información básica para introducirse en el mundo del grupo de especies que trata. Cada uno comienza con una vivencia personal real, evocadora de las emociones que despierta la observación de esas especies; y continúa con las generalidades del grupo, su estado de conservación, cómo observar estas especies, dónde encontrarlas o cómo contribuir a su conocimiento y conservación. A continuación, la mayor parte del espacio se dedica a las láminas de identificación con ilustraciones de gran calidad, gracias a la colaboración de artistas de Naturaleza tan sobresalientes como Eduardo Rodríguez Marín, Lluis Sogorb, Diego Ortega Alonso, Pau Oliver o un especialista como Francisco Serrano en el caso del cuaderno de hongos. También hay que destacar por su gran contribución al resultado final la labor de diseño y maquetación realizada por Patricia Méndez. Si a todo esto le unimos un precio muy reducido en comparación con las guías de campo clásicas, se comprende mejor la gran acogida que ha tenido la colección, tanto entre particulares como para su uso en cursos, actividades de educación ambiental e, incluso, de turismo de Naturaleza y rural.

12 – Otras colecciones específicas que dirige y edita actualmente en Tundra son Técnicas en Biología de la Conservación, Clásicos de Grandes Naturalistas y Monografías Zoológicas. ¿Cuál está funcionando mejor y qué libro destacaría de las tres colecciones?
La primera, la de Técnicas en Biología de la Conservación, es la que más solera tiene, pues fue con la primera que empezamos, ya en 2008. Cuenta ya con cuatro volúmenes publicados y con unos cuantos más en preparación a cargo de especialistas y grupos de especialistas en distintos grupos y metodologías. El último título, que está teniendo una gran acogida, es el Manual básico de fototrampeo. Aplicación al estudio de los vertebrados terrestres. Se trata de una colección dirigida principalmente a gestores, estudiantes e investigadores, con una clara finalidad formativa en conservación de la biodiversidad. Las otras dos colecciones acaban de estrenarse, cada una con un volumen publicado. Clásicos de Grandes Naturalistas ha comenzado su andadura con un volumen dedicado a la obra del eminente naturalista y filósofo norteamericano Henry David Thoreau. Este incluye una nueva traducción, que corrige errores de interpretación importantes de las traducciones al uso, de su famoso discurso Sobre el deber de la desobediencia civil ―un tema muy de actualidad― y una extensa selección de citas de todo el resto de su obra, incluidos los textos póstumos. Por esta colección también han de pasar naturalistas imprescindibles como Darwin, Fabre, Hudson, Seton o Bates. La colección de Monografías Zoológicas, que es una colección de monografías científicas, se acaba de inaugurar con el volumen dedicado al turón europeo, un mamífero mustélido más amenazado de lo que se creía. Y cuenta en estos momentos con varios volúmenes en preparación por parte de los principales expertos en cada especie, que irán apareciendo tanto dentro de la Serie Ibérica como en la nueva Serie Neotropical.

13 – ¿Lo más bonito de esto de divulgar y de intentar vivir dignamente de ello?
Como para los sembradores de bosques: que las semillas germinen y agarren con fuerza. Nada más bonito que volver a encontrarme alguna vez con alguien que, sin saber que la escribí yo, me cuente que alguna de esas publicaciones que hice le inició o le acabó de decidir a adentrarse en el apasionante mundo de la observación y el descubrimiento de la Naturaleza o de tal o cual grupo de especies… “Vaya, si alguna vez conozco al autor se lo contaré. Seguro que le hace feliz…”
La verdad es que nunca he intentado vivir de esto, mi motivación es otra. No sé si se puede, y realmente lo dudo.

14 – Además, oferta cursos de formación especializados en observación, estudio, gestión y conservación de la Naturaleza, y salidas de campo guiadas por usted mismo. ¿Cree que hay una carencia importante en este aspecto en nuestro país y de ahí su involucración?
Me parece que en los últimos años hay una excelente y creciente cobertura de cursos y actividades de ecoturismo en buena parte del país. Con sus más y sus menos entre tanta oferta como va surgiendo, pero con vocación de ir profundizando tanto en calidad como en variedad y en ser conscientes de la necesidad de evitar afecciones por la propia actividad al medio y a las especies observadas. En turismo de Naturaleza sigue siendo prioritario poner por delante la salvaguarda y la tranquilidad de las especies y los lugares más sensibles, evitando siempre llevar a gente o difundir los lugares de cría y reposo de las especies amenazadas. En mi caso, las charlas, los cursos y las salidas guiadas, que durante años desarrollé dentro de asociaciones de defensa de la Naturaleza, surgen de nuevo a raíz de las numerosas peticiones que comienzan a llegarme a partir de mis publicaciones, del blog y de la explosión de las redes sociales, que facilitan enormemente que puedan contactar con uno. Informo de otros cursos y actividades, animo a participar en ellas, pero mucha gente me dice que le gustaría que la charla o el curso los dé yo, o que quieren acompañarme en mis salidas al campo. Es entonces cuando ofrezco esas posibilidades, siempre dentro del limitado tiempo de que dispongo.

15 – ¿Cuál es el mayor reto al que nos enfrentamos los amantes del medio natural?
Al de no quedarnos tan sólo en meros espectadores que disfrutan de la Naturaleza, en simples consumidores de paisajes, especies vistas, lugares visitados, etc., sino que, en cambio, sepamos alcanzar la sabiduría de implicarnos activamente, en la medida de nuestras posibilidades, en su conservación, incluyendo al ser humano (son inseparables, y forman parte del mismo reto, la defensa de la Naturaleza y la de los derechos humanos), y ser capaces, además, de transmitir eficazmente esa necesidad de mojarse, empezando por dar ejemplo. Y aquí no cabe el desánimo, no nos lo podemos permitir.

16 – ¿Qué acciones pondría en marcha para salvar nuestra biodiversidad?
La conservación de la biodiversidad, de la Naturaleza en general, no debería abordarse como un área compartimentada, separada como una materia diferenciada, puesto que no se trata de un lujo, de un recurso o un patrimonio más, sino de la base que sustenta todo lo demás, la que da soporte a nuestra propia existencia, a nuestras posibilidades de mantenimiento y desarrollo; incluso, a nuestro futuro. No hay economía, industria, política, filosofías, ciencias, artes ni demás humanidades, sin un medio ambiente sano que nos cobije y proporcione lo que necesitamos. Si pretendemos gestionar la biodiversidad y demás recursos naturales como una “asignatura” aparte, incluso accesoria, nos estaremos equivocando. Se ha de gestionar como la prioridad que es y transversalmente, es decir, siendo tenida en cuenta en la planificación y gestión de todo lo demás, adaptando cada una de nuestras actividades y proyectos a la capacidad real de carga del medio, pues los recursos naturales son finitos y los procesos ecológicos esenciales frágiles e irreparables, por mucha tecnología que lleguemos a desarrollar. Salvar una especie en peligro de extinción es una medida in extremis inexcusable, pero es una situación de emergencia a la que no se debería haber llegado si hubiéramos sido capaces de adelantarnos al evitar, con una buena planificación global, que la suma de nuestras actividades perjudiciales hayan conducido a esa situación. Pero para que los gobiernos y las corporaciones privadas se lo tomen realmente en serio, hemos de impulsarlo desde la ciudadanía, y, para ello, antes hemos de llegar a comprenderlo y tomar conciencia de su importancia como para tenerlo entre nuestras exigencias primordiales. Esa es una labor todavía pendiente.

17 – Continúa tú mismo/a la entrevista. Envía tu pregunta o preguntas a web@victorjhernandez.com